Es frecuente escuchar como un debate, teñido de ideologísmos y lleno de pasiones, el dilema entre Estado y Mercado como aproximaciones antagónicas. Una aproximación que me resulta útil para este tipo de situaciones, es subir un grado, preguntarme al servicio de que está el Estado, cual es su función, y hacerme la misma pregunta por el mercado, buscando un fin común para ambos. No se trata de hablar mal de uno para diferenciarlo del otro
Una aproximación que me ha resultado muy útil es ver a ambos como un medio para coordinar acciones. Ambos pueden, por tanto, competir por la eficiencia en la forma como logran ese objetivo.
Así definimos mercado, el espacio, físico o virtual, donde los clientes transan sus bienes y llegan de acuerdo en un precio, la característica es que cada uno de los actores es libre de aceptar o no el acuerdo en función de sus intereses que no requiere explicar ni justificar. En la historia de la humanidad, la mayor capacidad de comunicación ha sido el factor clave para mercados más desarrollados y sofisticados.
Esta forma de coordinar acciones mostró algunas características no deseables para algunas personas, insatisfacción que tiene que ver precisamente con la libertad de aceptar o no, de decir que no a ciertas ofertas o demandas. En comunidades, la libertad de decir que no, puede ser peligrosa para la supervivencia de esa comunidad; así algunos servicios, como el rol del ejército en la defensa nacional, para indicar un caso extremo, deja de ser voluntaria.
Al dejar de operar el mercado para coordinar acciones, surge la burocracia, normalmente impuesta por quienes, con el poder para hacerlo, quieren restringir o simplemente normar una libertad individual. En las empresas a los empleados no se les permite libertad para ciertas decisiones, no hay confianza en sus decisiones, decisiones que por tanto son dejadas al criterio de las jefaturas.
El Estado así lo podemos ver como la burocracia que la comunidad país se da, para coordinar acciones en torno a ciertos objetivos, donde no se confía en la capacidad del mercado para hacerlo.
Este enfoque nos permite entonces tener las conversaciones del debate entre Estado y Mercado, usando las distinciones sobre la confianza que aprendí de Fernando Flores.
Y lo que hemos aprendido, nos indica que confiar es peligroso y podemos correr grandes riesgos que amenazan la desintegración de la comunidad, eso nos lleva a restringir la libertad individual con que se opera en el mercado.
Para también hemos aprendido que tal como confiar es peligroso, desconfiar es costoso, y las soluciones burocráticas tienen un costo que paga la comunidad.
Un dilema que no tiene solución, sino que exige un arte, el arte de administrar la confianza con prudencia. Así frente a cada caso nos podemos preguntar el riesgo de desintegración de usar el mercado, y adicionalmente medir el costo que tiene la solución burocrática. Así incluso podemos diseñar soluciones en que se usa el mercado, y la burocracia, sin eliminarlo cuida que este mercado no incurra en los riesgos de desintegración de la comunidad. Esa es la ciencia de la regulación
Todo esto requiere, por supuesto, una burocracia legitimada en la comunidad, legitimidad que se conoce como la gobernabilidad del sistema.
Cuidar la gobernabilidad, es fundamental para que podamos desarrollar relaciones de confianza, base de un Estado eficiente
No hay comentarios.:
Publicar un comentario