Ayer tuve una grata y estimulante experiencia, asisto a un seminario de
Mi interés fundamental es saludar a Rafael Echeverría, uno de mis maestros en la formación en el campo de la ontología del lenguaje, saludar a su esposa Alicia, y no menos importante beneficiarme de la curiosidad y rigurosidad intelectual del trabajo de Rafael. Mientras me dirigía al lugar no podía menos que recordar nuestras conversaciones, más de diez años atrás, donde Rafael reflexionaba acerca de la amenaza que podían sentir ciertos sectores mas tradicionales ante la radicalidad de las propuestas de la ontología, y constatar como son, varias ya, las universidades que incorporan el Coaching como parte de su propuesta.
Me siento interpretado por su énfasis en lo que llama la gerencia de uno mismo, que me parece similar a lo que en varios post me he referido como liderazgo personal como una condición básica para el éxito de las organizaciones, me apasiona la fuerza con que habla del trabajo de Jim Collins, donde enfatiza el equipo por sobre el que hacer, y el liderazgo de nivel 5, un tipo de liderazgo que desafía las concepciones tradicionales del liderazgo carismático.
Finalmente cerró con el tema del escuchar, lo hizo con fuerza y pasión, con un llamado a aceptar la imposibilidad de cerrar la brecha entre el decir y el escuchar, y al mismo tiempo a trabajar para disminuirla, como una competencia fundamental para aumentar la efectividad y reducir el sufrimiento humano.
Me emocionó la interpretación que hace del frase del místico M Cordovero (siglo XVI), “el secreto de escuchar sublime es saber escuchar el bien”, donde indica que implica escuchar en cada persona su vulnerabilidad, no su maldad. Me evoca la concepción de la bondad fundamental del budismo, tan opuesta a la noción que nacemos en el pecado.
Gracias Rafael y espero verte en la entrevista de la belleza del pensar con Cristián Warnken
1 comentario:
Raúl
La emoción de tu post se transmite.
Voy a tomar el libro de Echevarría y a releerlo. Hace algunos años lo fuí leyendo por partes, seguramente porque nunca antes había escuchado del tema, y parte de su lectura era para mi cómo el chino mandarín.
Me imagino el intenso abrazo después de diez años!
Cómo será de intenso el abrazo que nos demos nosotros los blogeros en diez años?
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