Las personas tendemos a relacionarnos con los espacios emocionales en que laboramos sin mirar como influenciamos estos espacios, no viendo un grado de responsabilidad en como estos son y como evolucionan.
Así somos víctimas o afortunados ganadores de esos espacios emocionales, sin que nos preguntemos como cuidarlos y defenderlos cuando sea necesario. Sin embargo de ellos depende en gran medida nuestra salud mental y afecta nuestra salud física
En el cuidado y la defensa de los espacios que nos gustan, podemos mirar especialmente lo que hacemos en terminos de nuestro lenguaje, del respeto y honestidad con que nos tratamos, la forma como cumplimos los compromisos, como nos saludamos, etc..
Defender los espacios, tiene que ver con la forma que ejercemos nuestra dignidad, la coherencia entre nuestros valores y nuestras acciones, no es tema de ser conflictivo.
Tomemos la responsabilidad por los espacios emocionales, generemos conciencia de las conductas y hábitos que los favorecen y aquellos que los desfavorecen.
11 mayo 2005
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