Es frecuente en nuestras relaciones que estemos furiosos y dolidos con la conducta de un colega, un jefe, un subalterno, o con nuestra pareja, etc.
En la conversación posterior, nuestra queja más usual es que la otra persona no debería haber actuado como actúo, indica que ha perdido la confianza y desde ahí es muy difícil actuar.
Para aprender de estas situaciones es útil, tener un entendimiento de la confianza que nos permita lidiar con este tipo de situaciones. La que uso proviene de Fernando Flores, que reproduzco libremente "juicio que hago acerca del cumplimiento de las promesas, explicitas o implícitas, que me hace la otra persona"
Y al investigar la situación de conflicto, la persona afectada puede reconocer si es una promesa explicita o implícita.
Es importante reconocer que vivimos en un mundo de promesas implícitas que forman normalmente parte de la cultura de las organizaciones, y el carácter implícito de estas promesas se hace obvia sólo cuando se quebran, muy frecuente cuando nuevas personas se incorporan a la organización. El debería ser, expresión propia de nuestra molestia, es la expresión de promesas implícitas no compartidas
Si descubrimos que la promesa era implícita, lo que podemos hacer es negociar para hacerla explicita, generar las reglas del juego. La negociación puede no ser simple, pero disminuye la ambigüedad y contar con nuevas reglas del juego ayuda.
Si la promesa era explicita, la pregunta que surge es si la persona rompió su promesa con la intención de romperla o desde los automatismos con que todos andamos en la vida.
Es curioso constatar que tendemos a atribuir fácilmente intenciones malévolas al resto, pero nos cuesta reconocerlas en nosotros. Nos ayuda mucho el partir del supuesto, aunque pueda sonar muy ingenuo, que el 99% de los casos las personas actúan de acuerdo a sus automatismos.
Si es el caso, podemos conversar con la otra persona, mostrarle el daño que nos hizo, pedirle que esté más atento(a) la próxima vez, que nos compense si procede, y ofrecer seguir teniendo confianza en él. Es una estructura que nos permite recomponer confianza y generar futuro.
Si tenemos evidencia razonable que la otra persona actúo con la manifiesta intención de dañarnos, las conductas son otras:
- Me aparto de él, renuncio, lo despido, me divorcio, no hago negocios
- Si no es posible apartarse, tengo a su vez otras opciones
- Declaro la guerra (todo vale)
- acepto la derrota, me resiento o me adapto
- ejerzo el perdón.
La confianza se construye, se puede perder y se puede recuperar. Depende de la importancia que le demos a la calidad de nuestras relaciones
2 comentarios:
Las promesas implícitas a veces se confunden con las expectativas personales que cada cual tiene de la relación. Las mujeres fantaseamos mucho con las expectativas y esto genera muchas frustraciones y malos entendidos en las relaciones interpersonales.Los "Creí que" son nuestros mayores problemas a la hora de relacionarnos.
Buen punto.
Efectivamente las expectativas las podemos ver como promesas implicitas, promesas que escuchamos desde nosotros sin confirmarlas.
Las hacemos desde nuestros paradigmas, sin danzar con el otro, que usualmente vive con otros paradigmas.
Creo que el fenómeno no tiene genero, efectivamente en las mujeres me parece ver mas fuerte el paradigma romántico, pero en otros aspectos son bastante mas aterrizadas.
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