23 agosto 2005

Las conversaciones defensivas. Un obstáculo para perfeccionar las organizaciones

Es frecuente que se reúna un grupo de ejecutivos para analizar como mejorar la efectividad de la organización, y también es frecuente que el objetivo de estas reuniones se pierda rápidamente, con la frustración de sus organizadores y también de todos sus integrantes.

Chris Argyris quién ha estudiado el tema, indica que la ceguera de las organizaciones en torno a sus conversaciones defensivas, es la principal razón de esta frustración. Lo estudió con consultores en gestión de organizaciones, es decir, personas expertas en cambio organizacional, concluyendo que mientras más inteligente son las personas, más inteligentes son sus conversaciones defensivas. Su trabajo se orienta a develar y mostrar a estas personas sus conversaciones defensivas.

Estas conversaciones defensivas toman diversas formas, culpar a otros de las insatisfacciones, generar explicaciones en forma genérica sin identificar acciones. A veces algunos participantes, comparten material de lectura en que expertos del Management indican como deben ser las organizaciones, sin tampoco indicar énfasis que contrasten con la realidad de la organización.

Lo que parece estar en el centro de estas conversaciones defensivas, esta nuestra dificultad de mirarnos, de conocernos nosotros mismos, de aceptar que no somos seres completos, que tenemos sombras, que tropezamos sistemáticamente con las mismas piedras, etc. Tema que he tocado en algunos post anteriores Reconocer las debilidades, Lecciones de la visita de Clinton, la referencia al corazoncito de los líderes, a su emocionalidad, etc.

Una aproximación distinta, a la invitación a conocerse en sus debilidades, está planteada por diversos autores, que enfatizan el conocer sus razgos predominantes, y aceptando que no somos seres plenos, y somos distintos unos a otros.

Ichak Adizes en su libro "Como evitar la incompetencia gerencial" señala cuatro tipologías predominantes en los directivos, Productores, Emprendedores, Organizadores e Integradores. Cada uno de nosotros, sostiene Adizes, tiene alguno de estos aspectos que se manifiestan en forma predominante en diferentes contextos, en circunstancia que distintos contextos pueden requerir distintas habilidades. En sus talleres y sus libros, con mucho humor, ayuda a identificar a los participantes sus estilos predominantes y a reconocer los estilos predominantes en sus colegas. El socializar estos estilos en el equipo directivo, ayuda a desmontar o al menos minimizar las conversaciones defensivas

Una aproximación semejante es la que plantea Marcus Buckigham y Donald O. Clifton en su libro "Ahora descubra sus fortalezas" en base a una investigación que abarca mas de dos millones de personas de la Organización Gallup indican la poca utilidad de corregir las debilidades versus la fuerza de conocer y reforzar las fortalezas. Los autores van más allá y ofrecen a los compradores de su libro, la posibilidad de, contestando una encuesta en la red, tener un Perfil de sus competencias.

El fin de semana pasada tuve la oportunidad de vivenciar una experiencia que integra varias de estas aproximaciones, en el taller "liderazgo personal como forma de vida" dirigido por el consultor mexicano Manolo Centina de la empresa Conexión Humana, se nos mostró una aproximación basada en Hipocrátes que identifica nuevamente cuatro estilos predominantes, Melancólico, Colérico, Flemático, Sanguineo y el trabajo de Carl Gustav Jung. Trabajamos en base a la metodología Insights Discovery, , en las personas. Al igual que el anterior, ofrece la posibilidad de contestar una encuesta en la red, y al inicio del curso cada participante recibe un completo perfil de si mismo, con sus áreas mas desarrolladas y aquellas menos desarrolladas. En el transcurso del taller, los participantes, en base a potentes dinámicas, nos entrenamos en conocer nuestro lado más fuerte, asociando a los colores azul, rojo, verde y amarillo a las categorías de Hipocrátes, y desde ahí como relacionarnos con aquellos que son distintos de nosotros.

Otra herramienta que me ha tocado conocer y disfrutar, mas ligada al autoconocimiento personal que al ambiente laboral como son los casos anteriores es el eneagrama, ahí se identifican 9 tipologías distintas, cada una con su fortaleza y su sombra

El conocer nuestras conversaciones defensivas y socializarlas con el resto del equipo es el primer requisito de equipos directivos eficaces

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Raúl:
Antes de leer tu artículo, con sólo el título, lo que ya tiene que ver con lo que te comento, recordé el libro Blink de Gladwell que estoy leyendo. En él, al comienzo se cuenta como los hombres del museo Getty defienden, científicamente, su Kouros frente a expertos que, sólo con un Blink, "presienten" que es falso, tal como termina comprobándose. Lo interesante es que el esfuerzo por tener un Kouros, que eleva el nivel del museo, les "obliga" a defenderse más allá de lo razonable.
Un saludo.

Unknown dijo...

Gracias Christian
Ciertamente las conversaciones defensivas tienen mucho que ver con nuestros egos.
Un abrazo

Anónimo dijo...

La seguridad humana, es una constante actividad de protección que se establece en la gestación del individuo, es un arquetipo que sea ha propagado en ADN y en el Inconsciente colectivo universal. Seguramente si hacemos una prospectiva teórica de lo que significa para la naturaleza el caos, encontraremos que el gran hacedor dispuso que lo defensivo fuera normal, de tal forma que todo ese caos inicial de una vez por toda fuera un orden.
Ser el líder está en el ADN del Homo Sapiens, en complicidad con la hembra, ella buscado al macho más fuerte y saludable para engendrar y actualmente para disfrutar.
Una vez realizado el coito empieza otra competencia. Una vez que un espermatozoide ha entrado, otros le siguen. No nadan de aquí para allá en cualquier dirección que se les ocurra, sino que juegan a seguir al líder. Si varios espermatozoides han entrado inicialmente por diferentes lugares, el resultado son hileras viajando en carriles, con frecuencia a velocidades diferentes De los varios cientos de millones de espermatozoides que fueron depositados en la vagina, ya sólo quedan unos pocos centenares. La mayoría de ellos han logrado atravesar el útero cabalgando las olas uterinas, inducidas por las. Prostaglandinas del plasma seminal. Parece que las olas se dirigen hacia los oviductos (que se encuentran dentro de ambas trompas de Falopio) pero también hacia el cuello uterino (Atención de vuelta hacia afuera), así que el espermatozoide en esta parte de su recorrido debe elegir la ola correcta.
Sólo los espermatozoides más capacitados serán capaces de acercarse al óvulo y, de entre ellos, el mejor dotado será el que lo fecunde, atravesando con su cabeza la pared de la célula femenina. Los espermatozoides que consiguen entrar en el útero todavía tienen que superar varias medidas de protección del óvulo. El primero es la presencia de leucocitos o glóbulos blancos, encargados de rastrear y destruir células y otras sustancias extrañas que no reconocen como «propias».
Una vez en la trompa de Falopio, los espermatozoides comienzan a empujarse unos a otros, como combatientes apresurados en una esquina, esperando a que llegue el óvulo. Cuando lo hace, este viene recubierto de maquillaje, una capa de gelatina tan espesa que exige el máximo esfuerzo de los espermatozoides para poder penetrarla.
El procedimiento es complicado y entraña la acción enzimática y cambios bioquímicos y estructurales. A grandes rasgos, primero el espermatozoide tiene que perforar la capa celular externa (llamada cúmulos oóforos) para lo cual utiliza una combinación de movimiento mecánico y disolución química. Una vez que la ha atravesado, el espermatozoide se encuentra con una capa interior rígida, la zona pelúcida, donde la corona del espermatozoide que actuaba como taladro se desecha (mediante una complicada reacción llamada reacción del acrosoma.
Ahora el espermatozoide tiene que abrirse paso a través de la zona en un estado más o menos desnudo. Lo hace utilizando el movimiento asimétrico de la cola para hacer oscilar la cabeza en forma de pala hacia delante y hacia atrás, generando la suficiente fuerza para romper los lazos moleculares individuales a medida que la cabeza hace palanca y se abre paso. Tanta medidas de protección en muchos casos impiden que llegue uno vivo al final del camino. La naturaleza no sabe de psicología ni de filosofía, solo acciona o reacciona en base a un equilibrio natural.
Finalmente, el espermatozoide alcanza un espacio llamado espacio perivitelino, donde la fina membrana que lo rodea entra en contacto con la membrana que rodea al óvulo (oolemma). Las dos membranas se fusionan y el espermatozoide entero, con su cabeza que transporta el ADN, es engullido por el óvulo.
El espermatozoide campeón es como un caballero de la antigüedad que, después de escalar las bien defendidas murallas, consigue llegar hasta la doncella que hay en el interior. Y —al igual que cualquier caballero cauto— el espermatozoide toma la precaución de cerrar la puerta por dentro tan pronto como ha pasado, liberando una andanada de calcio que altera irreversiblemente la membrana del óvulo para que no pueda entrar ningún otro espermatozoide mientras el ganador está combinando su ADN con el del núcleo del óvulo.
Así con esta historia creo pertinente graficar que el ser humano en su esencia, mantiene un orden armónico, mediante un sistema complejo de barreras de protección, diseñadas por el creador, sistemas de protección que cuenta con sistemas de alerta temprana, sistemas defensivos, barreras retardatrices, sistemas de incluso de reconocimiento y control los cuales se encuentran en vigilia constante –al final gana el más fuerte-.
Bueno esa forma de defensa, cada una de esas acciones tácticas de protección , conforman una estrategia natural que permite en definitiva , que el más espermatozoides más potente logre ser el que cumpla la meta . Así la naturaleza se asegura que se consiga un producto de calidad por medio de un servicio de calidad