12 septiembre 2005

Capuchinos Un maestro de resiliencia,

Escucho en las noticias el incendio de Capuchinos, para mi sorpresa me surge una emoción de tristeza, recuerdo los 15 días pasados ahí hace mas de un año, lugar donde ciertamente no llegué por mi voluntad, y si con una fuerte sensación de inocencia.

Sin embargo, en los recuerdos que llegan a mi mente, predominan los gratos, conocer mundos distintos, recordar mis conversaciones con Hernán, sus intentos, que secundaba, por mantener el ánimo del resto de los recluidos, muy lejanos a nuestro mundo; mi espacio diario de meditación, mi hora diaria de ejercicios, mis lecturas, y sobre todo el recibir el afecto de la familia y de los amigos que, en cantidades muy superiores a mis mejores pronósticos, me acompañaron día a día. Por todos ellos guardo una gran sensación de reconocimiento.

En esos días decidí, como escribí en mi post “amor y dolor, nuestros maestros”, no dejar que esa circunstancia se convirtiera en causa de resentimiento futuro, eso creo que es lo que hoy me permite sentir tristeza, y no odio, por el incendio de Capuchinos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Raúl;

Una vez destacar como comentas tus emociones.

En Rilke entendí alguna vez algo asi como.(...) Lo Que se Pierde, Se Gana(...)

La tristeza como emoción de perdida?;
Raúl que entró a Capuchinos no es el mismo que salió?;

Nos trasmites también que ganaste en esa experiencia una conexción profunda con tu naturaleza la que te permitió otra mirada y una desición de aprendizaje y de transformación.

El fuego quema y transforma!

Josefina Lira
josefinalira.blogspot.com