04 noviembre 2005

¿Qué me gusta que me gusta?


En una sensación de coach surge un tema recurrente, al mostrar una nueva posibilidad, la respuesta es "eso no me gusta hacerlo", o al mostrar algo que le está generando malos resultados, la respuesta es "es que me gusta hacerlo".

Un ejemplo de lo primero es conversar de las diferencias con un colega, enfrentar un conflicto, hacer ejercicios, etc.; y del segundo, el fumar, el comer golosinas, el resolver problemas, etc.

En otros post me he referido al actuar desde el deber, como enemigo del trabajo con pasión, y en otro a la trampa de hacer lo que nos gusta. Pareciera haber una contradicción.La pregunta que me orienta, se la debo a Humberto Maturana, cuando nos enseñaba a preguntarnos ¿nos gusta lo que nos gusta?, y normalmente frente al comer en exceso, el fumar, etc., la respuesta tiende a ser negativa, y en general logra que reflexionemos acerca del punto y de nuestros gustos en general.

La forma como me gusta acercarme a este punto, es ¿me conviene o no? y el me conviene examinarlo desde lo que quiero para mi en un perspectiva que no sea sólo el corto plazo. O dicho en otra forma, puede que algo me guste, y puedo preguntarme si me gustan las consecuencias.

Me puede gustar comer, pero no me gusta estar gordo; me puede no gustar enfrentar los conflictos, pero no me gusta la sensación de perdida de dignidad que me genera, etc...

Normalmente no tenemos la reflexión como surgen los gustos en nosotros, parecen que son naturales, no vemos que cada uno de ellos ha sido desarrollado, aprendido por un deseo de una consecuencia, por ejemplo aprendemos a fumar, o tomar licor por deseo de pertenecer a un grupo. Al final es más una adicción que un gusto que nos lleva a hacer lo que estamos predispuestos, aunque no nos convenga.

Puede que esa necesidad ya no esté, pero el gusto por el cigarrillo o por el licor nos quedó. Así como aprendimos a tener un gusto, podemos desaprenderlo o aprender a tener otros.Tener la conversación de como me gustaría vivir en un horizonte de tiempo determinado, me ayuda a identificar cuales gustos me son funcionales a esa visión, cuales me conviene dejar y cuales me conviene adquirir.

3 comentarios:

Juan Pablo Belair dijo...

Me parece que hay dos aspectos en esta cuestión que se pueden identificar con precisión. El primero tiene que ver con la propia definición de gustar. En mi opinión creo que si algo me gusta y esto está relacionado con un placer, una sensación o una satisfacción físico - corporal, es distinto si me refiero a algo que me gusta desde la conveniencia (bajo una mirada interesada o alineada -si prefieres- con un plan cualquiera, una visión por ejemplo); o si algo me gusta por que al final del día, en un momento evaluativo "sé" que me hizo bien, o incluso que me siento bien, por que hay detrás un valor que me gusta ver presente en mi actuar. Ambas acepciones, según yo, son correctas, y válidas a la hora de hacerse la pregunta, sin embargo, si vamos a ponerle "juicio" al "gusto" debemos asumir que podemos encontrar puntos de conflicto entre el simple (o complejo) disfrute, fluido, sin mediar mayores procesos que los químicos y/o físicos que el cuerpo gatilla, y el “establecimiento racional” de un gusto que pasa por el "qué debo hacer previo a", aunque sus consecuencias sean satisfactorias como ya señalaba. El segundo aspecto es que soy un convencido que el “gustar”, en cualquiera de las dos acepciones, pasa necesariamente por la experiencia y, por lo tanto, por la experimentación. Se asume entonces, consciente o inconscientemente, si pudiera haber una eventual adicción consecuente, pero el universo de los “gustos” abre sus límites en la medida que los exploro y los pongo en tensión. Puedo aprender a que me gusten muchas cosas nuevas si me gusta experimentar y experienciar lo nuevo.

Miguelángel dijo...

Excelente tu nota, mencionando que el comentario de Juan Pablo da en el blanco . Me gustó eso de experimentar lo nuevo, sin embargo, ello requiere mantener un espíritu libre, diría desprejuiciado a un nivel casi metafísico, la frontera o el límite de esa libertad, está justamente en alinear las consecuencias de largo plazo, circunstancia que requiere un soporte necesariamente ético , ( casi agrego moral, pero, en estricto rigor, no corresponde, porque esto último obedece más a los tiempos).

Unknown dijo...

Gracias Juan Pablo y MiguelAngel.
Muy útiles complementos
Un abrazo