No me acuerdo a que vine, lo hice sin querer, estaba pensando en otra cosa, estoy preocupado, etc. Estas frases tienen en común algo que es cada día más recurrente, nuestra dificultad en estar presente, con conciencia, en lo que estamos haciendo.
Solamente cuando estamos conciente de lo que estamos haciendo, somos nosotros, somos responsables de nuestros actos, dejamos de actuar de acuerdo a nuestros automatismos aprendidos de situaciones similares, pero que pueden no corresponder necesariamente a lo que necesitamos en este nuevo presente. Este actuar de acuerdo a los automatismos, nos lleva a la rutina, el aburrimiento caracterizado por no ver nuevas posibilidades, etc., es un gran enemigo del aprendizaje y la innovación en cualquier organización.
En el marco de una consultoría, he fomentado el vivir la vida mas plenamente, o sea vivir. Lo hemos hecho, de acuerdo a la metodología de la entrevista apreciativa, conectándonos con los momentos en que nos hemos sentido plenos, vivos, que hemos tomado conocimiento de nosotros mismos e identificando que genera en cada uno de nosotros esos momentos plenos (por ejemplo, escribir en mi blog). Eso nos ha llevado a identificar circunstancias tales como:
- Apoyar el desarrollo de otros
- El agradecimiento a mi propia historia
- El sentirse parte de una comunidad
- Dar lo mejor de mi, superación personal
- Compromiso con mi futuro
- Servicio a los otros
- Contacto con mí ser íntimo
- Ser actor, pro-activo frente a una situación
Lo que empezó como un juego tímido, ha generado un cada día mayor reconocimiento de momentos plenos, ha ido cambiando el observador.
En la última sesión, contamos un cuento de Jorge Bucay, llamado el buscador, en ella el personaje encuentra un cementerio donde indica el nombre de la persona y el tiempo vivido, la mayoría estaba alrededor de los cinco a siete años, siendo el que mas había vivido era once años, lo que lo lleva a creer que es un cementerio de niños. Posteriormente le cuentan que no es tal, sino que corresponde a una tradición de ese pueblo, a cada niño, al cumplir cierta edad, le regalan un cuaderno donde anota los momentos plenos de su vida y la duración de los mismos, y al morir se suman esos tiempos y eso es lo que se anota en la lápida, el tiempo realmente vivido. El cuento completo lo pueden encontrar en el blog Devenir de Elisa Rillón quién me regaló este bello cuento.
En la reflexión posterior, indicaban ese tiempo no vivido como tiempo desconectado, tiempo en off, diferenciándolo de tiempos en on, conectado con la vida.
En los elementos que llevan a vivir en Off, indicaban: Rutina, jugar a complacer al otro, ser víctima, el perder la honestidad con nosotros mismos
En cambio, lo que llevaba a vivir en On, indicaban: Innovar, aprender, conexión con la gratitud, asumir el rol de actor, reconocer ignorancia, etc.
Indicaban que esto no tenía que ver con pasarlo bien o no, sino como se vivía la experiencia. Podemos pasarlo muy bien, pero sin estar presentes, o pasarlo muy mal, pero vivirlo intensamente. Como indicábamos en otros post, es la invitación a vivir con pasión
Mi invitación es a vivir en el 2006. Más pleno, mayor realización: Un feliz año para todos ustedes.